A quién, cómo y para qué entrevistar
¿A quién entrevistar?
Si tenemos un mapa de actores donde podemos situar a todas las personas involucradas en el proyecto que vamos a evaluar, decidir a quién entrevistamos puede ser más facil. A veces, la cantidad de personas a las que el proyecto puede afectar no es definible, como, por ejemplo, en el caso de campañas de sensibilización para un público amplio o servicios de información. En otros casos, nos podemos encontrar con que el servicio se ofrece bajo confidencialidad, por que lo que no tendremos datos de las personas a las que se ha atendido. En casos así, habría que preever alguna forma de recoger información de forma anónima durante el servicio.
Si queremos evaluar un aspecto en concreto de un programa, la selección de las personas informantes pasará por ese eje y no sólo por el hecho de haber participado.
Por ejemplo, en el "Informe 50+LGTB. Persones Grans Lesbianes, Gais, Trans i Bisexuals a la Ciutat de Barcelona", en el que se realizó un estudio cualitativo y cuantitativo para conocer el colectivo formado por personas lesbianas, gays, trans y bisexuales de 50 años o más que viven en la ciudad de Barcelona, se definieron así los perfiles para entrevistas, grupo de discusión y relatos de vida:
Técnica | Perfil de los informantes | número |
---|---|---|
Entrevistas en profundidad | Expertos del tema y trabajadores sociales que trabajan con personas LGTB (5 entrevistas) | 5 |
Entrevistas grupales | Personas LGTB mayores de 50 años y menores de 65 años (4 grupos) | 4 |
Relatos de vida | Personas LGTB mayores de 50 años (13 personas, de las cuales 5 gays, 3 lesbianas y 5 trans). | 13 |
Grupos de discusión | Activistas de organizaciones LGTB (6); personas LGTB mayores de 65 años (10); profesionales de entidades del tercer sector de personas mayores (6). | 22 |
A través de la observación, conversaciones y grupos de discusión podemos llegar a reunir muchos datos. Después de una primera fase en la que empleamos estas técnicas podemos seleccionar “informantes* claves”, es decir, personas a las que hemos detectado una diversidad de discursos, puntos de vista o conocimientos que nos puedan servir para abarcar lo que necesitemos. A veces la elección viene condicionada también por la disponibilidad y voluntad de las personas: la entrevista requiere más dedicación de tiempo y si hay buena disposición será más fácil mantener el contacto, volver a quedar, aclarar dudas que puedan surgir más adelante, etc.
Si empezamos nuestro trabajo de campo** a través de la entrevista, bien porque no existe un lugar físico de antemano donde observar, o porque no hay un “grupo de personas delimitado”, podemos emplear la técnica de la bola de nieve que consiste en conocer nuevos informantes a través de las propias personas que entrevistamos. Cuando evaluamos de forma externa un proyecto (es decir, no formamos parte de la entidad, asociación o equipo responsable, sino que respondemos a un encargo o servicio de evaluación) es posible que tengamos algunas personas de referencia que nos proporcionarán las informaciones iniciales. Mantendremos diversas conversaciones con ellas, pero la entrevista es una técnica más formal, en la que centramos nuestra atención en la persona y sus vivencias específicas y concretas.
Se denomina entrevistas “cerradas” o “directivas” a la administración de un cuestionario de forma presencial y personal, aunque esta técnica la podemos considerar una modalidad de la encuesta que simplemente permite aclarar dudas, observar o "controlar" cómo se rellena el cuestionario. Aquí nos vamos a referir a las entrevistas semi-estructuradas y abiertas o libres.
Tipos de entrevista
Las entrevistas semi-estructuradas giran en torno a un tema concreto del que intentamos no salir demasiado. Es importante reconducir el diálogo si la persona se desvía y plantear preguntas concretas para que pueda entender qué queremos saber. Las preguntas deben ser abiertas, eso sí, para poder recoger diversos matices y que la información, si bien acotada, sea lo más rica posible.
La entrevista abierta o libre puede abarcar múltiples temáticas y aún partiendo de preguntas formuladas de antemano, o temas de conversación, puede desviarse hacia cuestiones que interesen o afecten más a la persona entrevistada. También busca centrarse más en su biografía y, por ello, podemos remontarnos más en el tiempo, mucho antes incluso del momento en el que la persona toma contacto con el proyecto que estamos evaluando. Conviene llegar a la entrevista con un guión que nos permita explorar los temas que nos interesan y navegar por diferentes temporalidades, aunque es muy importante escuchar a la persona entrevistada y permitirle salir de nuestro guión predefinido. Obviamente, este tipo de entrevistas requieren más tiempo y recursos.
La historia de vida es un relato más profundo y con mayor detalle centrado en la biografía de la persona, es decir, en su trayectoria y sus momentos vitales clave en un contexto o contextos dados. Suele requerir varias entrevistas y encuentros con la persona, y hay que alcarzar cierto grado de confianza e intimidad. Aquí prima la subjetividad, la forma de pensar, las motivaciones de la persona y su relación con el mundo, pues es una forma de llegar a la realidad através de sus ojos y experiencias. En una evaluación no se suele utilizar este método, sobre todo por cuestiones de operatividad (requiere recursos, no se puede controlar los tempos ni asegurar resultados), pero podría ser una manera de tener un conocimiento preciso sobre el funcionamiento de ciertos programas, servicios o instituciones que acompañan a la persona a lo largo de su vida o de forma muy significativa, como por ejemplo, el acompañamiento médico a ciertos procesos vitales como la transición de género, el embarazo, el internamiento en instituciones, etc.
¿Cuántas entrevistas hacer? Tantas como discursos queramos recopilar. Cuando los discursos se empiezan a repetir se produce la “saturación” y es el momento de parar. Puede ocurrir que por falta de tiempo o recursos no podamos seguir haciendo entrevistas, a pesar de que sentimos que todavía no tenemos puntos de vista o experiencias suficientes. Es importante ser conscientes de esos límites y expresarlos. También se puede intentar cubrir esas carencias con técnicas que requieran menos tiempo o recursos como pueden ser conversaciones rápidas en persona, por teléfono o un grupo de discusión.
Algunos consejos:
- Tener siempre presente los objetivos de la entrevista y el tiempo del que disponemos. Se recomienda que no dure más de dos horas.
- El registro de la entrevista se puede realizar a través de notas en papel o grabación de audio. Recordar pedir permiso para grabar y hacer uso de datos personales. Es importante cuidar el anonimato de las personas que colaboran, no comentar con otras los detalles de la entrevista, no facilitar comentarios que puedan dar lugar a rumorología.
- Explicar quiénes somos nosotras/os y para qué es la entrevista.
- Observar el contexto de la entrevista, buscar un lugar tranquilo, libre de distracciones y ruido ambiental, si es posible. Puede ser positivo entrevistar a la persona en su propio contexto. Por ejemplo, si trabaja en una asociación o servicio, acordar un encuentro cerca de su local nos pueden permitir visitarlo y observar. También estará más cómoda ya que es su espacio de seguridad. La entrevista es privada, hay que buscar un lugar donde se pueda garantizar la privacidad.
- Empezar con preguntas más generales e ir pasado a las concretas.
- La entrevista se centra en la persona: en sus opiniones, relatos, experiencias… todo esto no es cuestionable. No debemos realizar juicios de valor, incluso si nuestra opinión es completamente diferente. No buscamos confrontación, sino entender qué motiva la opinión, qué elementos de la biografía la han influido.
- Intentar profundizar en los temas planteados. No quedarse con opiniones superficiales sino buscar valoraciones, experiencias, relatos completos, etc.
- La actitud de la persona que entrevista debe ser pasiva, de escucha y facilitación. Para ello conviene mirar a la persona entrevistada, dejarle tiempo para pensar, responder, no interrumpir. Parafrasear para mostrar interés, ordenar el discurso y cerciorarnos de que lo hemos entendido. Intentar empatizar con su forma de hablar, con su vocabulario. Preguntar todo lo que no entendamos: no presuponer y no tener miedo a expresar que no estamos familiarizadas con su lenguaje.
* denominamos informantes a todas las personas que nos pueden facilitar información en nuestro proceso de investigación. Son básicamente quienes participan en el proyecto, plan o servicio que evaluamos.
** llamamos trabajo de campo a nuestro proceso de investigación en el que recopilamos todos los datos e informaciones necesarios.
Algunas cuestiones éticas a tener en cuenta
Cuando nos planteamos recabar información, ya sea a través de entrevistas o cuesitonarios, conviene tener en cuenta nuestro posicionamiento ético respecto al vínculo que establecemos con las personas que nos facilitarán lo que necesitamos. Es importante:
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Proporcionar toda la información sobre la evaluación que se está realizando: quién financia o promueve la evaluación y quién evalúa; objetivos de la evaluación y usos que se le van a dar. Es importante comunicar si los resultados se van a hacer públicos y de qué manera, o bien, serán utilizados para fines internos (por ejemplo, la mejora continuada de un proyecto).
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Comunicar el derecho al anonimato en caso de publicación: este derecho se puede garantizar a través del uso de seudónimos y de la eliminación de información sensible que permita identificar a las personas que han participado.
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Comunicar también que la persona tiene derecho a modificar la información que proporcione o renunciar a que se incluya su testimonio incluso una vez hecha la entrevista.
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Antes de cada entrevista conviene proporcionar a la persona un formulario de “consentimiento informado”, en el que se le informa por escrito de las condiciones de nuestra evaluación y de los derechos que vamos a garantizar.
Un planteamiento ético interesante, es que el proponen Lucas Platero y Raquel Ortega en su estudio Investigación sociológica sobre las personas transexuales y sus experiencias familiares, del 2017: proporcionan un cuestionario de satisfacción con 10 ítems (pp.68 y 69) que valora la relación establecida entre investigadoras e informantes:
Para profundizar un poco más...
"La reflexividad en el trabajo de campo, y particularmente en la entrevista, puede contribuir a diferenciar los respectivos contextos, a detectar permanentemente la presencia de los marcos interpretativos del investigador y de los informantes en la relación, a elucidar cómo cada uno interpreta la relación y sus verbalizaciones; quizás así sea posible establecer un nexo progresivo entre ambos universos, pero no como resultado de observaciones aisladas, sino del proceso global de aprendizaje en campo.”
Guber, El salvaje metropolitano, 2004, Buenos Aires, Paidós, p.138
La entrevista es una técnica que se ha desarrollado en diferentes disciplinas. La forma más conocida es la entrevista periodística, que podemos encontrar en diferentes medios de comunicación. Para evaluar, vamos a utilizar la entrevista propia de la Sociología o la Antropología. La principal diferencia con esta última será, seguramente, que nuestras entrevistas se darán en unos “marcos de interpretación” más o menos compartidos entre entrevistador/a y entrevistado/a. Mientras que el/la antropólogo/a se ha acercado, al menos históricamente, a contextos que le son distantes, lo que ha marcado el desarrollo académico de la técnica, los/as evaluadores trabajaremos bastante más cerca. Valdría decir que en el caso de los proyectos de cooperación internacional se puede dar una situación de distancia cultural importante, además de las relaciones geopolíticas implicadas que definen a unos como “desarrollados” (proveedores) y otros como “en desarrollo” (beneficiarios del proyecto).
En todos los casos, si somos personas externas al proyecto, debemos tener en cuenta que nuestros marcos de interpretación pueden ser diferentes. Por ejemplo, si nos acercamos a un servicio de atención a la ciudadanía en un barrio concreto, los marcos del personal de atención que lleva años trabajando serán diferentes a los nuestros en algunos aspectos (vocabulario, ideas preconcebidas sobre la evaluación, imaginario sobre el servicio y sobre los/as usuarios/as). Ocurrirá lo mismo, o en mayor medida, con los/as usuarias y vecinos/as del barrio y también con los cargos institucionales que, en muchos casos, toman decisiones sobre el servicio sin tener apenas contacto directo con él.
Conocer mínimamente la historia del barrio, cómo está estratificada la población que lo habita, qué lenguas hablan sus habitantes, características culturales y de tradición, qué relaciones mantienen con el contexto más amplio (pueblo, distrito o ciudad), qué experiencias anteriores han habido con servicios semejantes, qué relaciones se han mantenido con las intituciones, etc. puede ayudarnos a familiarizarnos con los marcos de interpretación de las personas que vayamos a entrevistar. Esta familiaridad nos permitirá elaborar preguntas más certeras y alejadas de ideas preconcebidas.