¿Para qué evaluamos?

Cada vez se evalúa más. La evaluación ha ido progresando de una simple valoración final de los retos alcanzados, a una revisión más profunda de todas las fases de la intervención. Otro de los cambios que podemos observar, también, es que la opinión de las personas que reciben la intervención o que son beneficiarias cada vez se pone más en el centro.

Sin embargo, en nuestro contexto nos encontramos con una escasa cultura de la evaluación (Bustelo, 2004). En general, estamos poco familiarizadas con las herramientas teórico-prácticas que nos sirven para evaluar, lo que además de dificultar la introducción de los métodos de la evaluación participativa (Núñez, 2015), hace que los planes y proyectos que provienen de las políticas públicas no sean valorados en profundidad. La evaluación supone procesos complejos ligados a los procesos políticos y puede funcionar como una "rendición de cuentas" más allá de las que afectan al presupuesto. Es decir, no sólo nos interesa en qué se gasta el dinero público, sino cómo se gasta y si el problema que se pretende atajar realmente está sufriendo cambios. 

Entre los objetivos generales de una evaluación nos podemos encontrar con cuestiones básicas como:
  • la toma de decisiones respecto a la reorientación de un presupuesto o de un recurso; 
  • la mejora en general del proyecto y la detectación de fallos en su funcionamiento;
  • objetivos que tengan que ver con la generación de conocimiento y evidencias para la comunidad científica o para la sociedad en general.

Como señala Bustelo, "el propio hecho de estar evaluando, haciendo a las organizaciones protagonistas y conscientes de su propio quehacer, parece tener efectos positivos en sí mismos".

Objetivos 

Los objetivos de la evaluación deben ser acordados con las personas que nos encargan la evaluación, con las que componen el equipo que vamos a evaluar (puede que nosotras/os formemos parte de él), y también preferiblemente con las personas que son beneficiarias del programa/ servicio/ intervención. Estos niveles de participación no siempre son posibles, ni reales, pero son importantes en la medida en que nuestra evaluación adquiere legitimidad cuanto más compartidos son los motivos que la mueven.

¿Cuándo plantearlos? Al principio, en la planificación de la evaluación, aunque podemos reformular los objetivos durante o al final de nuestra evaluación: Puede que nos demos cuenta de que algunos retos no son posibles, que no tuvimos suficientes recursos o que por circunstancias ajenas no podremos alcanzarlos.

¿Cómo elaborarlos? Podemos partir de los objetivos generales de cualquier evaluación, por ejemplo:

  • Comprobar si el programa cumple los objetivos que se propone. Si la intervención funciona.
  • Introducir mejoras puntuales en el programa.
  • Detectar fallos de planificación.
  • Averiguar por qué el programa funciona o no funciona.
  • Generar conocimiento para la sociedad en general. Explicar nuestra experiencia de intervención para que se pueda replicar.
  • Validar nuestra “teoría del cambio” o nuestra apuesta metodológica.

En todo caso, debemos tener en cuenta con qué recursos contamos (económicos, de tiempo y de personas) para plantear objetivos realistas.

Los objetivos son la motivación de nuestro trabajo. En este sentido, tendrán que ver con nuestro marco teórico, con el paradigma y el diseño de la evaluación, en última instancia, con la filosofía que nos mueve para evaluar.

Los objetivos condicionan directamente las preguntas evaluativas que vamos a plantear.

En definitiva, es imprescindible definir bien los objetivos (aunque luego los reformulemos), dejarlos por escrito y que todas las personas que formen el equipo evaluador los tengan presentes en las diferentes fases del proceso.

Para ello es útil generar un cuadro en el que se especifican objetivos generales y específicos, y también, si queremos, objetivos operativos, que son las acciones concretas que queremos realizar.

 

Objetivos generales Objetivos específicos
O1 Oe 1.1
Oe 1.2
Oe 1.3
O2 ...

Ejemplo:

O1. Determinar si los contenidos de la acción de sensibilización X son los adecuados

  • Oe 1.1. Comprobar que los objetivos de la acción se corresponden con las necesidades reales de la población destinataria.
  • Oe 1.2. Comprobar si el programa incluye contenidos que tienen que ver con las necesidades de la población destinataria.
  • Oe 1.3. Comprobar si los contenidos son accesibles para la población.
  • Oe 1.4. Comprobar si las profesionales entienden los contenidos o tienen la formación suficiente para desarrollarlos.
  • Etc.
Bibliografía:

Bustelo Ruesta, María (2004) La evaluación de la políticas de género en España, Catarata, Madrid. 

Núñez López, Héctor (2015) Evaluación participativa en la acción comunitaria, Ed. Popular, Madrid.